A mí siempre me han gustado las “historias de la mili”. Entiéndase por esto cualquier historia que me cuente algo de ti y me haga sonreír. No entiendo porqué, cada vez que alguien hace una referencia a “sus historias de la mili”, otro se lleva las manos a la cabeza y dice eso de: “¡no por Dios, otra vez no!”. Yo disfruto mucho escuchándolas y tengo que reconocer que a veces, también contándolas…
Ha llegado el verano, una de las épocas que más me gusta por varias razones: el ambiente en el trabajo está relajado, la gente piensa más en su vacaciones, que en complicarle la vida al vecino, no coincides en dos meses con tus jefes y los becarios renuevan con sus ilusiones, las tuyas desgastadas por el tiempo y los problemas diarios.
Es el momento de las batallitas, de reírse contando gazapos radiofónicos, aventuras y penurias pasadas, y descubrir a la savia joven (no mucho más que yo), que hubo un tiempo en el que no existía la era digital, ni los ordenadores; un tiempo en el que las noticias llegaban por teletipos y no e-mail, y los boletines informativos se escribían a mano o con máquina de escribir.
Es el momento de las batallitas, de reírse contando gazapos radiofónicos, aventuras y penurias pasadas, y descubrir a la savia joven (no mucho más que yo), que hubo un tiempo en el que no existía la era digital, ni los ordenadores; un tiempo en el que las noticias llegaban por teletipos y no e-mail, y los boletines informativos se escribían a mano o con máquina de escribir.
Tiempos en los que no había tanta oferta para distraer al oyente, que ahora tiene la TV digital, la TDT, la Play, etc, y se convertían durante meses, en parte de tu pequeña familia radiofónica.
Abrías el micro y hablabas de calor y enseguida, alguien llamaba a la puerta con un helado; si era Navidad te regalaban polvorones, por no hablar de las tortillas de patatas de la señora Justa.
Eran años, en que los artistas por muy importantes que fueran, visitaban la radio y te cantaban sus canciones nuevas, antes de que una crisis en el 2000, convirtiese esos entrañables momentos en recuerdos borrosos. De ésto ya hablaré en otro momento...
Como te decía, hoy es el día de las batallitas y las historias de la mili, y ésta es la mía (una de ellas). Si te aburren, puedes dejar de leer a partir de ahora, sino... ¡adelante!.
Este es mi gazapo radiofónico, en los tiempos en los que los locutores eran locutores y no instrumentos digitales, no por utilizar códigos binarios, sino dedos en el ratón. Continúo. Este es mi gazapo, el que me hizo mortal un día y me ruborizó durante semanas: “Ha llegado el momento de disfrutar del placer de conducir y para ello, se acaba de editar uno de los mejores recopilatorios. Grandes canciones que te van a acompañar en la carretera y harán de tus viajes una aventura. Apunta, (bla, bla, bla): Esto lo encontrarás en el disco “ME GUSTA CONCEBIR”.
Silencio, silencio... más silencio. Se apaga la luz roja. Me pongo roja. Pienso: “amiga, no lo corrijas, cualquier cosa que digas ahora será peor”.
Silencio, silencio... más silencio. Se apaga la luz roja. Me pongo roja. Pienso: “amiga, no lo corrijas, cualquier cosa que digas ahora será peor”.
Por si tienes curiosidad, te diré que el disco se llamaba “Me gusta conducir”.
PD. A mi gran amigo diafragmático: "no he podido evitar usar esta foto, para hablar de historias de la radio, de las que seguro tú tienes muchas".
2 comentarios:
si esa es tu forma de hacer radio...¡viva la radio! ¡muera radio3!
:) será porque el atracón de pastis que llevo encima me hacen sonreir por todo lo que me pasa a mi alrededor..... :) será q llevo un pedo que te cagas y son las 2 de la tarde (pero no de alcohol eh?)sino de los relajantes musculares para mi espalda.
En fin , menos mal que hoy no me toca concebir! Digo ... conducir !
Un besote
La Perra de Kenia
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