Domingo tiene 66 años, aunque aparenta diez más. Está gastado, rugoso, camina torpe y detrás de unas pobladas cejas esconde una todavía ilusionada mirada. Lo poco que sé de él es que fue jardinero, que vive en el sur de Madrid y que su mejor amiga desde hace más de quince años es una vieja radio que sólo sintoniza el 88.7 FM.
Desde entonces llama casi a diario a esa emisora para hablar con los locutores, los conoce a todos, a los de ahora y a los que se fueron; pide canciones, le gusta REM, Police o Dire Straits. Siempre clásicos, con muy buen gusto, por cierto. A veces no llama. A menudo su frágil salud le tumba en la cama de un hospital y entonces para oir su emisora favorita, coloca el viejo transistor sobre su enorme barriga. Según Domingo, de apellido, porque él se llama José Luis, escucha mejor la radio cuando la deja sobre su estómago, o los días de lluvia. El agua debe ser conductora de la FM, por eso le gustan los días grises. Y cuando brilla el sol y las ondas no transmiten sus voces amigas, hojea las páginas de una vieja revista que editó esa radio para conmemorar sus vigésimo aniversario. Está llena de historias, anécdotas, fotografías... de la gente que hace esa radio, de personas que conoce sólo a medias, pero que para él son su familia. Historias ajenas o no, que acaban con la profunda soledad con la que convive desde hace años en un pequeño pueblo del sur de Madrid.
2 comentarios:
Emocionan... los Domingos...
Lindo homenaje, intenta que algún día pueda leerlo, le emocionará.
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