Esto es lo más cerca que he estado yo de tener una relación intensa con la nieve. Lo cierto es que para estar a tan sólo 15 minutos de Navacerrada, cuna de muchos campeones del esquí, no me ha dado por esquiar, sin embargo vivir arropada por la Sierra del Guadarrama imprime carácter.
No estáis leyendo el post de una campeona de esquí, como ya os habréis dado cuenta, pero sí el de una vecina de muchos campeones en España y de dos olímpicos. 29, nada más y nada menos, los que ha dado Cercedilla, el pueblo de los Fernández Ochoa, tantos... que han planteando incluso, entrar en el libro Guiness de los record.
Este fin de semana, Cercedilla se ha echado a la calle para rendir homenaje a estos deportistas y en especial, a su querido Paquito. Su pueblo le quiere y él ya lo sabe, aunque estas cosas... siempre gustan. Junto a Paco, su familia, su nieto Amable, su alcalde, las infantas, Esperanza Aguirre, Olga Viza y un sin fin de personalidades y amigos, que no querían perderse un momento tan especial como éste.
En mi casa siempre he oído hablar de Paco y Blanca Fernández Ochoa más allá de ser campeones olímpicos. Quizás, como digo, por esa cercanía con la montaña, con la Escuela de esquí de Navacerrada, donde ellos comenzaron a entrenar, o porque son de la tierra, ¿no?. Sea como sea es una de esas relaciones raras, que se adquiere con un personaje que no conoces en persona, pero que acaba siendo de la casa y a los que hablas a través de la televisión con familiaridad.
Este fin de semana, Cercedilla se ha echado a la calle para rendir homenaje a estos deportistas y en especial, a su querido Paquito. Su pueblo le quiere y él ya lo sabe, aunque estas cosas... siempre gustan. Junto a Paco, su familia, su nieto Amable, su alcalde, las infantas, Esperanza Aguirre, Olga Viza y un sin fin de personalidades y amigos, que no querían perderse un momento tan especial como éste.
En mi casa siempre he oído hablar de Paco y Blanca Fernández Ochoa más allá de ser campeones olímpicos. Quizás, como digo, por esa cercanía con la montaña, con la Escuela de esquí de Navacerrada, donde ellos comenzaron a entrenar, o porque son de la tierra, ¿no?. Sea como sea es una de esas relaciones raras, que se adquiere con un personaje que no conoces en persona, pero que acaba siendo de la casa y a los que hablas a través de la televisión con familiaridad.
Hace ahora un año y medio que conocí en Paco Fernández Ochoa. Pocos días después se iba a esquiar a Chile, donde era invierno y según leí la semana pasada en el Marca, esa fue la última vez que se subió a unos esquíes. Le entrevistábamos y tuve la suerte de comprobar, que es tan campechano como en la tele y que el cariño que le tiene no sólo su pueblo, es merecido. Es un personaje entrañable, cercano, bruto como buen parrao y un jabato como nos demuestra ahora encarando su cáncer de frente.
Le escucho y me cuesta entender cómo una persona llena de dolores es capaz de sacar lo mejor que lleva dentro para hacer reír a todo el mundo. Le escucho y me emociono.
El sábado en su homenaje, contaba cómo empezó su relación con el esquí y como su tío Manolo, que a la vez hizo de entrenador le decía...
Le escucho y me cuesta entender cómo una persona llena de dolores es capaz de sacar lo mejor que lleva dentro para hacer reír a todo el mundo. Le escucho y me emociono.
El sábado en su homenaje, contaba cómo empezó su relación con el esquí y como su tío Manolo, que a la vez hizo de entrenador le decía...
- ¡Paquito tírate!
- Que no tío, que no me tiro.
- ¡Paquito tírate!
- Que no, que si me tiro, me mato.
- Paquito, ¡que te tires o te doy dos hostias!
Y claro que se tiró, se tiró montaña abajo una y mil veces, hasta que por fin en el 72 ganó el Oro Olímpico en Sapporo. Hoy, 34 años después, este serrano, que presume por donde va de ser de Cercedilla, se sigue tirando por esta montaña que es la vida y que como todos sabemos... difícil es de subir, pero quizás más de bajar.
- Que no tío, que no me tiro.
- ¡Paquito tírate!
- Que no, que si me tiro, me mato.
- Paquito, ¡que te tires o te doy dos hostias!
Y claro que se tiró, se tiró montaña abajo una y mil veces, hasta que por fin en el 72 ganó el Oro Olímpico en Sapporo. Hoy, 34 años después, este serrano, que presume por donde va de ser de Cercedilla, se sigue tirando por esta montaña que es la vida y que como todos sabemos... difícil es de subir, pero quizás más de bajar.
4 comentarios:
Ole por Paquito y ole por las gafas de sol. Lo digo en serio, esa foto tiene un puntazo sobretodo por las gafas. Parece que "Cobra" fuera a emerger de la nieve de un momento a otro.
Mmmmmmmmmmmm ¿moderando comentarios?
¿Tu también Bruto?
No te entiendo...
Pues que moderar comentarios cuando no se tiene un blog con miles de ellos entre los que se cuela SPAM es una actitud que no me agrada (te valía con el verisign)
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