Las vacaciones no pueden ser eternas porque dejarían de ser vacaciones y se llamarían descanso eterno... y eso suena realmente mal. Demasiado tiempo haciendo nada me aburre, así que después de disfrutar siete días del “aje” gaditano, me he ido a Murcia con un grupo de discapacitados para que disfruten del Mar Menor. Dicen los ex concursantes de la “Selva de los famosos” y derivados, que cuando vuelven de su aventura televisiva, valoran las cosas cotidianas de otra manera. Yo practico el relativismo.
Rodeada de educadores sociales, a pesar de llevar cuatro años de voluntaria, redescubro el valor de su trabajo, profesionalidad y la importancia del cariño que ponen en ello. Les miro y les admiro. El cansancio lo vencen con una sonrisa. Les miro y me emociono.
El otro día en la playa, una señora mayor, muy mayor, se nos acercó llorando y nos dijo que nuestra labor era de Dios. Este tipo de anécdotas me hacen gracia, porque creo que nacen desde el alejamiento y el desconocimiento de la discapacidad.
Acabo de ver la última película de Roberto Benigni “El tigre y la nieve”. Quizás el momento del largometraje que más me emociona es cuando “Fuad”, Jean Renó, cuenta la historia de un viejo farmacéutico de Bagdad que en su juventud tuvo que ir a la guerra. En el frente recibe la noticia de que su mujer tiene la viruela y su rostro ha quedado totalmente deformado. Se acaba la guerra y el farmacéutico, que ama profundamente a su mujer, finge una ceguera durante 12 años, el tiempo que su mujer vivió después de su enfermedad.
Rodeada de educadores sociales, a pesar de llevar cuatro años de voluntaria, redescubro el valor de su trabajo, profesionalidad y la importancia del cariño que ponen en ello. Les miro y les admiro. El cansancio lo vencen con una sonrisa. Les miro y me emociono.
El otro día en la playa, una señora mayor, muy mayor, se nos acercó llorando y nos dijo que nuestra labor era de Dios. Este tipo de anécdotas me hacen gracia, porque creo que nacen desde el alejamiento y el desconocimiento de la discapacidad.
Acabo de ver la última película de Roberto Benigni “El tigre y la nieve”. Quizás el momento del largometraje que más me emociona es cuando “Fuad”, Jean Renó, cuenta la historia de un viejo farmacéutico de Bagdad que en su juventud tuvo que ir a la guerra. En el frente recibe la noticia de que su mujer tiene la viruela y su rostro ha quedado totalmente deformado. Se acaba la guerra y el farmacéutico, que ama profundamente a su mujer, finge una ceguera durante 12 años, el tiempo que su mujer vivió después de su enfermedad.
No hace falta fingir ceguera para acercarnos a los discapacitados. Ni tan siquiera ser un cíclope como yo. Creo que tenemos que aprender a mirarles con otros ojos... los que miran de cerca.
3 comentarios:
No sé si os pasa que cuando miras con los ojos de cerca, empiezas a ver a todo el mundo guapo ¿verdad? Al guapo-guapo y al feo-guapo tambiém ;-)
Bienvenida seas de nuevo. Me alegro un montón que tu semana en Murcia haya sido fructífera y hayas disfrutado de la Región donde nace el Sol. Murcia!!!Que hermosa eres!!!
En fin , espero que nos veamos pronto.
Besos
Es sorprendente ver a través de otros ojos, de otra sonrisa que envuelve el cansancio.
Ángel de Charlie que con el pañal en mano siempre encontrabas tu lugar.
¿Voluntaria?,que palabra más sencilla y todo lo que entraña, dar lo mejor de ti sin esperar nada a cambio y de corazón.
Espero repetir y pronto.
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